Todos deseamos fervientemente que la situación mejore en nuestro país, en todos los sentidos. Estamos agotados de la escasez y de las carencias, que se han convertido en el pan nuestro de cada día. Pudiera hacer una lista muy larga de todo aquello que nos afecta hoy en día y que limita nuestra calidad de vida; pero partiendo del hecho de que aquello que vivimos siempre viene a darnos una lección, mi pregunta es ¿Hemos aprendido la lección? ¿Somos hoy mejores ciudadanos? Más allá de aquellos que hoy dirigen la nación ¿Estamos conscientes nosotros de nuestra responsabilidad como venezolanos?
Creo que son preguntas muy importantes que todos debemos responder, no solo porque este escrito pretenda ser reflexivo para los lectores, sino por una razón básica: o aprendemos la lección o estamos condenados a repetirla. Casi todos los países desarrollados o en desarrollo han vivido crisis severas en las cuales, independientemente del cambio o no de gobierno, han salido de ella gracias a cambios más profundos en el colectivo, transformaciones que permitieron generar una ciudadanía mucho más consciente de su prójimo, de su entorno y de su responsabilidad con la nación.
Partiendo de otro principio, si otros pudieron hacerlo, nosotros también podemos lograrlo, pero para ello lo primero que debemos hacer es mirar hacia la dirección correcta, hacia lo colectivo, que prevalezcan los derechos y deberes, que el bien de todos esté por encima del bien de unos pocos, allá donde la solidaridad sea filosofía de vida; allí los cambios llegarán.
Lo más poderoso es que podemos aprender de estos países y modelar sus acciones, identificando aquello a lo que le dan más valor como sociedad, aquello que les ha permitido crecer como nación. Una de las características que tienen en común muchos países del primer mundo es el valor que le dan a la educación, a la investigación y al desarrollo de nuevos conocimientos. Un país que no invierta en ello no podrá progresar y mucho menos en un mundo tan rápido y cambiante.
Otro valor común entre muchos países del primer mundo es la integridad, la equidad y la justicia; una sociedad que permita la corrupción y la injusticia entre sus ciudadanos está destinada al fracaso y los países desarrollados lo saben muy bien, porque lo aprendieron de sus experiencias anteriores. Esta es la lección que más nos urge aprender para generar los cambios que deseamos ver.
No tenemos que inventar la rueda, basta con observar el resultado de muchos países que decidieron conseguir resultados diferentes haciendo las cosas diferentes. En Venezuela tenemos muchos recursos naturales, pero soy de los que piensa que el mayor recurso en nuestra gente, y es que tenemos cualidades excepcionales. Solo imaginemos una Venezuela donde podamos fusionar dichas cualidades con compromiso, solidaridad, disciplina, responsabilidad, trabajo, organización y muchas otras que nos potencien como nación y una vez por todas podamos construir ese país que todos deseamos, esa patria que sentimos quienes vivimos aún en Venezuela y quienes ya están en otras latitudes.
Entendamos de una vez por todas que el país no lo hacen unos pocos que dirigen la nación, lo hacemos todos los que estamos dispuestos a transformar la realidad en la que vivimos. Hagamos que valga la pena, que la mayor crisis de Venezuela traiga de verdad cambios positivos y que por encima de todo aprendamos la lección, que nunca se nos olvide por lo que hemos pasado y que podamos contar cómo salimos victoriosos de todo esto.